C
Reinaldo
Cifuentes Calderón
Coordinador General RAUI América
Chile tiene hoy el triste mérito de no contar con un verdadero Sistema de Educación Superior y las evidencias así lo indican.
Por una parte, el CRUCH, que aglutina a las universidades públicas y privadas históricas y por otra las universidades privadas post año 1981 que funcionan aparte de este y le agregamos a esto la falta de convergencia con el mundo de la Educación Superior Técnico Profesional y la imposibilidad (como un ejemplo) de que los estudiantes de estos últimos puedan en estricto rigor (legal) continuar su progresión universitaria, dada la exigencia previa al título profesional de contar con el grado de licenciatura. No existe además en rigor un sistema universal equivalente de convalidación entre instituciones y el sistema de reconocimientos de créditos del CRUCH, que es un avance, no considera a todas las instituciones.
De esta manera hoy tenemos un Sistema de
Educación Superior (no solo universitario) fragmentado y de características
peculiares en el concierto internacional, que trae de cabeza a más de un
convenio internacional de reconocimiento de “títulos” que ha suscrito el estado
de Chile, dado que el título profesional de Universidades y de Institutos
Profesionales, siendo igualmente habilitante en términos legales, para ejercer
la “profesión”, no es equivalente entre estos dos subsistemas, privilegiándose
al primero en desmedro del segundo.
Por otra parte, los recursos públicos que
recibe cada uno de ellos no es equivalente, cuestión que además escala de
manera desigual a otros vínculos que el estado de Chile, sostiene con los
distintos subsistemas.
Por lo pronto una de las cuestiones de mayor
urgencia en estos minutos en la necesaria cooperación y apoyo del estado para
con la Educación Superior que permita asegurar la continuidad de estudios de
muchos estudiantes de ambos subsistemas y por otra parte que pueda hacer viable
hoy, los proyectos institucionales de las IES públicas y privadas aquejadas de
carencias crónicas (ausencia de un verdadero Sistema articulado), que exige
cooperar en vez de competir.
Por ultimo parece ineludible un sinceramiento
efectivo sobre la implementación de la Nueva Ley de Educación Superior y sus
consecuencias temporales. De no hacerlo corremos el grave peligro de seguir
ahondando la confusión en la que se encuentra el sector y la falta de
reconocimiento de ello aportara mayores sufrimientos y la inevitable pérdida de
la diversidad del sistema.
Santiago de Chile, a 17 de julio del 2020